- domingo, 1 de mayo de 2016

AHORA MIRA AL FÉNIX

Ayer sábado pasaba tranquilo,como si nada, con esa calma que precede siempre a todos los grandes momentos en la vida.

A las 8 de la tarde GMT +1, me encuentro en León con Martarina, en ese momento, sonó El Cuerno de Gondor como nunca lo había hecho hasta ahora en mi vida. Como siempre, me pilló vigilante; siempre debes estar al acecho en tu vida. Salí corriendo, debía atender la llamada de El Cuerno, a cumplir con mi deber.



Ahora, antes de seguir, Pulsa play sobre la canción Glory de Common & John Legend. Las grandes historias, todas, deben leerse con la música adecuada.



Ya puedes seguir leyendo. Esta va a ser la entrada más importante que jamás escriban los Montaraces del Norte.

No han sido tiempos fáciles para los Montaraces. Toro, aka Pablo, sigue su andadura con la peor de las pesadillas que se pueden batallar en la vida. No importa, todos sabemos que su determinación salvará cualquier obstáculo que ya se le ponga por delante. Y todos le apoyamos con la determinación de que si Mahoma no va a la montaña, nosotros llevaremos esa montaña donde sea necesario.



Jabalí, aka Eduardo, lucha por traer de nuevo su rodilla al punto de nunca debió abandonar. Hubo un intento, no falló. Sirvió para aprender. Ahora mantenla fuerte, que sirva para volver a doblegar aquellas montañas que hace tiempo que no te ven. Lo conseguirás.

Yo mismo llevo 7 meses sin sin correr, 7 meses sin rodar sobre caballos de hierro y metal sobre el polvo de los caminos. No importa. Ya estoy aquí. Recuperaré el tiempo perdido. A partir del 20 de mayo, tendréis de nuevo Montaraces recorriendo el mundo. Lo mío ahora, mirando hacia atrás, fue fácil. ¡Vida, me lo tienes que poner más difícil, joder!

Pero el Cuerno de Gondor por quien sonaba ayer era por César. 11 meses después. La llamada de vuelta a la vida sonaba para él. Le tocaba despertar, abandonar la pesadilla que jamás tuvo que abrazarle. Porque nadie merece que le hundan en la más absoluta obscuridad atado de pies y manos y amordazado sin opción a defensa. Atacado por la espalda como lo hace siempre la ruin humanidad de aquellos que ya carecen de ella, si es que alguna vez gozaron de ese don. Ahora César te toca mirar para adelante, con las heridas infligidas y las cicatrices qué más se marcan, las que quedan grabadas en el alma, como marcas de guerra. De guerras amargas, pero que te hacen aprender y entender el verdadero sentido de las batallas ganadas. Batallas que tras tus pasos, seguro que seguiremos Pablo, Eduardo y yo mismo.

Has dado toda una lección de lucha contra la mayor de las adversidades. Las que te pone la vida.

Gracias por aguantar como una roca. Ahora mira al Fénix. ¡Los Montaraces volvemos a volar hostia!


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